jueves, 6 de diciembre de 2007

High on fire.

El apocalipsis en la tierra, las llamaradas del infierno devorándonos: eso fue lo que vivimos la noche del sábado en Ritmo y Compás. Con doble equipamiento para guitarra y bajo, de manera que a cada lado del escenario hubiese un set completo de cada –lo cual debo decir resulta impresionante, efectivo, y qué coño, ¡de lo más heavy!- y una batería de dimensiones mastodónticas –sobre todo respecto a lo que nos tienen acostumbrados hoy en día los bateristas- la cosa prometía feliz. Matt Pike se presenta sin camiseta, lleno de tatuajes talegueros, entre los que destaca la cabeza de un león dispuesto a morder en la parte baja del torso, su exclusiva guitarra de nueve cuerdas y una sonrisa de oreja a oreja. No es de extrañar, y durante el concierto lo repetirá, lo contentos que están de estar aquí y de ver a tanta gente. Previsto en principio para la sala Mobydick, en seguida hubo de trasladarse el evento a Ritmo y Compás, que finalmente colgó el “no hay billetes”, dejando a mucha, pero que mucha, gente fuera.
El concierto, impecable. Abren con un par de temas de “Death is this communion” para luego ir recorriendo todos sus discos hasta cerrar con su mayor hit-single hasta la fecha, “Devilution”. El pipas apaga los amplis, pero por aclamación han de salir a ofrecernos un bis pletórico.
Y así, sí. La banda está probablemente en su mejor momento, y yo lo celebro y brindo por ellos y por los organizadores, gente con amor a estas historias, y a los que da gusto ver crecer de la mano de bandas que lo hacen con ellos. ¡Salud!

No hay comentarios: