martes, 18 de diciembre de 2007

Badilas, amarantos, indios y vaqueros.

¿Qué mejor plan para un gélido domingo de diciembre que levantarse a las 8 de mañana para irse a grabar un corto fumada? Los resultados -entre otros, un atractivo bigote homenaje al gran José Luis López Vázquez- los veremos en breve, concretamente el 2 de enero a más tardar, plazo límite para el Notodofilmfest de este año.
El culpable de tan agradable madrugón era de nuevo el Señor Narcea, responsable, entre otros, del clásico contemporáneo "¡Tía, no te saltes el eje!":


Fue agradable también comprobar que "El tiempo de Plácido Meana" marcha, y por lo visto el domingo, marcha muy bien.
Así que prepáranse, que el 2008 promete bonito.
Una muestra de la buena marcha de "El tiempo de Plácido Meana", próximamente en las mejores salas.


jueves, 6 de diciembre de 2007

La resaca del champán II.

Muchísimas gracias a tod@s, a los viejos amigos y a los nuevos, y por supuesto, a Jimmy Jazz y a Same old.
Nos vemos pronto, chavales.

High on fire.

El apocalipsis en la tierra, las llamaradas del infierno devorándonos: eso fue lo que vivimos la noche del sábado en Ritmo y Compás. Con doble equipamiento para guitarra y bajo, de manera que a cada lado del escenario hubiese un set completo de cada –lo cual debo decir resulta impresionante, efectivo, y qué coño, ¡de lo más heavy!- y una batería de dimensiones mastodónticas –sobre todo respecto a lo que nos tienen acostumbrados hoy en día los bateristas- la cosa prometía feliz. Matt Pike se presenta sin camiseta, lleno de tatuajes talegueros, entre los que destaca la cabeza de un león dispuesto a morder en la parte baja del torso, su exclusiva guitarra de nueve cuerdas y una sonrisa de oreja a oreja. No es de extrañar, y durante el concierto lo repetirá, lo contentos que están de estar aquí y de ver a tanta gente. Previsto en principio para la sala Mobydick, en seguida hubo de trasladarse el evento a Ritmo y Compás, que finalmente colgó el “no hay billetes”, dejando a mucha, pero que mucha, gente fuera.
El concierto, impecable. Abren con un par de temas de “Death is this communion” para luego ir recorriendo todos sus discos hasta cerrar con su mayor hit-single hasta la fecha, “Devilution”. El pipas apaga los amplis, pero por aclamación han de salir a ofrecernos un bis pletórico.
Y así, sí. La banda está probablemente en su mejor momento, y yo lo celebro y brindo por ellos y por los organizadores, gente con amor a estas historias, y a los que da gusto ver crecer de la mano de bandas que lo hacen con ellos. ¡Salud!

miércoles, 5 de diciembre de 2007

Moltisanti ao vivo II.

El que avisa -aunque tarde- no es traidor:
Esta noche 5 de diciembre, a las 22 h, entrada gratuita:
SAME OLD (Vitoria, presentando su disco "Contrafacto") + MOLTISANTI
Sala Jimmy Jazz, Vallecas (metro Portazgo, por ejemplo, detrás del campo de fútbol del Rayo Vallecano).
Como siempre, todo el mundo es bienvenido, y en esta ocasión, ¡la entrada es gratuita!
¡Anímense!

jueves, 29 de noviembre de 2007

Hablábamos antes del verano...

...de unos cortometrajes. Pues bien, hay noticias: "La última función" está totalmente terminado, incluso ya en formato dvd -así que espero verlo en breve-, a la espera de un estreno "oficial" en algún local de bebercio culturetas.
"Esto no es un western" anda en la recta final de su postproducción, faltan unos detalles con el sonido, y para abrir boca, el señor Catá ha decidido compartir este making:



Y a "La batalla de midway" le falta el sonido y los ánimos para ponerse con él. Si es que...

viernes, 2 de noviembre de 2007

La resaca del champán...

Cómo mola el rock'n'roll y qué bien nos lo pasamos ayer noche.
Gracias a Robot y a todos los que estuvísteis allí y a todos los que nos enviásteis mensajes de apoyo desde la distancia.
El resumen: parece ser que la voz estaba un poco baja, tengo unos arañazos en el pulgar derecho y me duele la rodilla. La entrada, muy bien: unas 95 personas, que no está nada mal para un festivo-puente.
Grazzie.

jueves, 25 de octubre de 2007

Moltisanti ao vivo.

Pues eso: será el jueves 1 de noviembre, a las 21:30 h en la sala Costello Club de Madrid (C/Caballero de Gracia, metro Gran Vía/Sol). Entrada: 6 € (3 de ellos para la sala... jesús).

Al evento se suman los sevillanos Robot (banda recomendabilísima, háganse con su primer disco, el segundo está en camino), lo cual supone un placer enorme para los Moltisanti.

Allí nos vemos.

lunes, 22 de octubre de 2007

Electroma.

Ritmo tarkoskiano/angelopouliano para la búsqueda de lo humano –o de la diferencia, o de querer ser lo que no se es, o simple insatisfacción existencial- por parte de dos entes de cibernética posmoderna.
Así se resumiría el argumento de esta pieza de aquellos franceses que tras habernos hecho bailar y alucinar con su estética cambiante, tanto en sus clips como en sus presentaciones en directo, pasan ahora al cine. Y sí, digo cine con total consciencia, ya que “Electroma” no es un un videoclip extendido; su ritmo hiperlento, recreándose en cada detalle, lo reafirma, dándole peso y profundidad. Algunos hablarán de niños terribles consentidos y caprichosos... Quizá. ¿Y...?
Por cierto, nada de los que suena es de los autores.
Háganse un favor, veánla.

miércoles, 3 de octubre de 2007

Nueva Vulcano.

Después de entregar en el ya lejano 2005 esa maravilla que es “Juego entrópico”, y a la espera de nuevo largo -¡que ya tarda!-, los Nueva hacen tiempo con “Los días señalados”, 600 copias de vinilo 7 pulgadas, excusa perfecta para volver a salir a la carretera.
Es la primera vez que asisto a un concierto en el Wurlitzer de Tres Cruces (metro Gran Vía) y el estreno no podría ir mejor. Sí, señor, qué banda. Salen a comérselo todo, unas palabras en catalán y ahí vamos, encadenan tres pepinazos -algo que harán durante todo el concierto-, y nos subimos a la intensa, lírica -qué buenas letras, y cómo se corean- y rítmica -wences (con unas greñas impresionantes) y albert se salen- propuesta de los de Barcelona. Sólo hay un momento a mitad que parece nos relajamos, pero en seguida recuperan el tono y la recta final y los bises son de antología.
Así da gusto: martes lluvioso, enorme sonrisa.

viernes, 28 de septiembre de 2007

G. A. S.

No, no hablamos en esta ocasión de ese estado de agregación de la materia que no tiene forma ni volumen propio, no. Hablamos del Gear Acquisition Syndrome (como tantas cosas molonas, esto nos llega de los States), que traducido viene a decir algo así como “Síndrome de Adquisición de Equipo”. ¿Qué equipo? Equipo para músicos aunque, como bien apunta Brett Ratner en su definición para Harmony Central, “el síndrome de adquisición de equipo es una enfermedad común hallada particularmente entre, aunque no limitada a, los guitarristas”. Bien. Como algunos de ustedes saben, servidor toca guitarra desde hace unos 16 años. (!).
El g.a.s. es popularizado y promovido a través de la red por los numerosos foros para guitarristas que existen en el mundo, y uno llega a veces a pensar si realmente todo esto no será más que un invento, una pantomima de los fabricantes que exaltan a los incautos de todos los rincones del planeta a una feroz compra-venta-intercambio de materiales de calidad muchas veces similar, todos en una loca aventura en busca de “el sonido”, y bueno, con esa cierta pérdida económica en cada paso. Aunque es un mundo tan divertido… ¡Ay!
El que esto escribe se ha visto expuesto desde hace tan solo cosa de un año, y las limitaciones económicas impiden que el síndrome se salga de madre (a dios gracias). A continuación, paso a detallarles mi actual rig -sí: ¡malditos extranjerismos!-:
Guitarras:
· Fender Squier Stratocaster, adquirida en 1992. A lo largo de los años le han sido practicadas multitud de modificaciones (mods, que dirían los doctos, una de las complicaciones más graves del g.a.s.), por lo que a día de hoy sólo conserva de la electrónica original dos pastillas -que no uso- y el mueble -esto es, la guitarra en sí, la madera sin cables ni tornillos-. Lleva “no de serie” selector, entrada de jack (ambos por vulgar y corriente avería), golpeador de tortuga -fíjense cómo me he fajado del extranjerísimo tortoise- (motivos meramente estéticos), selletas de grafito (llegó un momento en que las originales estilo vintage estaban echas polvo, y me decidí a probar un invento tan modenno como este, en teoría proporcionan mayor sustain y estabilidad, y prolongan la vida de las cuerdas), y lo más importante: una pastilla Seymour Duncan Hot Rails de doble bobinado en formato single en la posición mástil (cuerpo, graves, pegada, salida… in-cre-í-bles; esta pastilla consigue que un Marshall Valvestate suene de muerte).
· Fender Stratocaster Classic Player 60’s Strat. Una delicia. Aquí pueden ver cómo me recreo en su descripción.
· Fender Gemini II. Acústica. Un montón de años ya y suena que da gusto. ¡Ah!, mejor con calibre gordote, claro (de cuerdas, me refiero).
Squier Strat by Fender, 1992. Qué líneas...

Amplificación:
· Cabezal Engl Thunder 50 w. A válvulas. Amplificador moderno pero de sonido vintage. Tres canales (clean, crunch, lead) con ecualización, ganancia y master compartidos. Simple y efectivo.
· Pantalla 2x12 Jbg. Monta altavoces Jensen. Mueble impresionante, robusto, enorme -¡muchísimo fondo!-. Un tanque. Definición, empaque, graves, pegada. Buff.

Engl + Jbg: simple y efectivo.

Efectos:
Estos son un mundo: los pedales. Odio las pedaleras multiefecto. Sé que es una palabra fuerte, pero es así. Es en este mundillo de los efectos de suelo donde uno puede dar rienda suelta al g.a.s., ya que sus precios van de los 30 a los 300 € (mientras que en guitarras y amplis, queridos amigos… bueno, dejémoslo correr).
· Octavador Boss OC-2. Analógico. Da una y dos octavas por debajo de nosotros. Este en concreto es cálido, no consume pila apenas, y como todos los Boss es compacto e irrompible.
· Phaser Mxr 90. Un clásico. Increíble lo que se puede conseguir con un único control (rate).
Wah wah Dunlop Gcb 95. Otro clásico (¡y a un precio increíble!). No podría vivir sin wah, insustituible para mí. Este llevará conmigo unos 12 años y nunca ha fallado -aparte que con una pila tira meses-. Hendrix.
· Delay Boss DD-3. Delay digital. Provoca un efecto de retardo -o eco, para entendernos, aunque no sea exactamente lo mismo en términos estrictos-. Piensen en el trabajo de The Edge: ahí hay mucho delay. Suelo utilizarlo de forma muy bruta, por lo que me resulta sumamente divertido; incluso a veces abandono la guitarra y trabajo con él como si se tratase de un doo-rag (otro día hablaremos de ellos, ¡se lo aseguro!). Fue de los primeros en la línea de digitales Boss devoradores de pila: se traga una normal por ensayo, así que, recuerden comprar un alimentador si adquieren uno de estos o alguno de sus hermanillos.
· Fuzz Electro Harmonix Big Muff. Un clásico de las distorsiones guarras de aires sesenteros. Muy utilizado en el grunge (Nirvana, sí, pero sobre todo Mudhoney). Mmm…
· Overdrive Digitech Bad Monkey. Pseudo-clon del mítico Ibanez Tubescreamer (una de las claves del sonido de Stevie Ray Vaughn, por ejemplo), aunque muchísimo más barato. Buen pedal, se lo recomiendo. Yo lo utilizo para empujar la señal sobre el crunch del ampli (de la misma forma que mucha gente utiliza el ts808, el primero de los tubescreamers). Chicha buena, calentita. Y con el wah ni les cuento.

Algunos de los chiquillos. Ay...

Varios:
Afinador Korg de mano, correas de piel, púas Jim Dunlop nylon 1 mm (estas fundamentales, no podría tampoco vivir sin ellas, definen ataque, sonido, técnica…), cuello de botella (el mío de metal, es ese tubito que se ponen a veces los guitarristas en alguno de los dedos que recorren en el mástil, para luego deslizarlo, un efecto que me encanta), Ghs Fast Fret (para el cuidado de las cuerdas), aceite de limón (aunque en realidad no es aceite de limón, claro, para el cuidado del diapasón), balleta (sí, de las del polvo)… y seguro se me queda algo.
¡Esto es un mundo, señoras y señores!
(Pd: si afinan el oído, en www.myspace.com/moltisantiband pueden escuchar todos estos cacharracos en acción.)

miércoles, 26 de septiembre de 2007

Dawn of the dead.

Un tal Zack no-sé-cuántos retoma el romeriano centro comercial sitiado por miríadas de zombies hambrientos, con el marido de mi adorada Pat en “Médium” y Sarah Polley de prot-agónicos -disculpen, he caído en la tentación…-. Del primero decir que está tan bien como siempre. De la segunda, un tanto lo mismo: da igual que la persigan zombies sedientos de sangre fresca que que la deshaucien en uno de esos filmes-compresa de la Coixet, ella a lo suyo: gesto incorruptible, cara de “raíz cuadrada de 725” según método Triviani.
Jake Weber: "¿Qué he hecho yo para merecer esto?"

Cinta correcta, premio para maquillaje -fundamental, ¡claro!- y foto -mu modenna- y para los efectos, que si los hay digitales -que los habrá- están perfectamente enmascarados, algo que no podemos decir de la inmensa mayoría de la producción actual. A mí, qué quieren que les diga, me encantan momentos como ese primer viaje en coche en el que acompañamos a Sarah entre el caos mañanero del amanecer muerto-viviente; ese pedacho de nigger incorruptible, con su inevitable devenir gayer respecto al entrañable armero tan bien armado -otro mal chiste, ¡agh!-; ese looser que asciende a prota una vez que el mundo deja de regirse por la ley de los bolseros del Wall Street y la experiencia de un vendedor de televisores “best price” revela su verdadera dimensión, situándolo en la cima de la pirámide… Ocurre, sin embargo, que todo en la trama es previsible. Todo. No hay sorpresas. Alguien hablará de esquema clásico. Es posible, pero a mí me resulta más cliché prefijado o tópico manido: ahora va tocando que muera otro… mmm… ah, sí, este. Bingo. Los mismo con el diseño de personajes: la rubia tonta, el pijo egoísta, el amigo del bueno… Y así. De ahí que la peli no pase de palomitas, falta sello de autor… ¡algo! Momentos entrañables como el “do it yourself” a la Equipo A (denominado, por cierto, “Los Magníficos”, en Perú y Ecuador, aunque esa es otra historia…), el “hall of fame contest” que se marcan los machos de la manada, o toda la violencia pirética y gore -como dice uno de los personajes: “no están vivos”, asín que dejemos el complejo de culpa y disfrutemos reventando cabezas-, no bastan para elevarla más allá de “una buena peli de zombies”. Que quizá no es poco.
Recuerden: apunten a la cabeza.

jueves, 20 de septiembre de 2007

Moltisanti 01.

Con nombre tomado del sobrino y lugarteniente de uno de los más grandes iconos de la televisión de los últimos años (grande Gandolfini), Moltisanti es -de momento- un power trío -somos tres, buscamos teclas- que comienza su actividad en febrero de 2007. De inicio la idea es partir del progresivo, la psicodelia, el hardcore, y ver dónde nos llevan.
Pues bien, seis meses después, pueden escuchar parte de los resultados en: www.myspace.com/moltisantiband. De momento dos canciones: “Puzzle” -retropsicodelia vertiginosa y wah desatado- y “Cómo parar al hombre que explota” -cruce imposible, entre standstill, crimson, the rapture-.
Grabación realizada con un minidisc y micrófono estéreo con condensador: primero batería, luego bajo, luego guitarra; sincronizado y montado en Adobe Audition; luego voz, y mezclas y compresiones en el susodicho. Crudo, rudo. ¡Como debe ser! “Do it yourself”.
Ansiosos por debutar en vivo.
Seguiremos informando…

Fender Classic Player 60's Strat.

Caída del cielo a mis manos (literalmente), me he rendido en el acto a sus virtudes –que son muchas- de manera incondicional.
Diseñada por Greg Fessler en la Custom Shop de Fender (¡Ojo! ¡no confundir con la "Classic 60's" a secas! La que nos ocupa lleva la inscripción "Custom Shop designed" en el neckplate), esta belleza destaca por su mástil con radio de 12 pulgadas y perfil en c suave –frente al standard stratocaster más extendido de 9.5 y c-. Este radio supone un diapasón más plano, lo que propicia un ataque bajísimo si así se desea, sin riesgo de trasteo en bendings de dos o más tonos. A su vez, el cuello es más estrecho, con lo que mientras trabajamos en el primer traste nuestro pulgar asomará sin dificultad abrazando este mástil de tacto delicioso, rápido y suave. Importantes también los 21 trastes médium jumbo, que facilitan los deslizamientos con su gran superficie. Precioso el color envejecido del arce y la veta del diapasón de palorosa, así como los afinadores vintage Ping, hermosísimos (sí, soy un sentimental…). Para terminar con el mástil, comentar que el ajuste para el alma va al final de este, en la inserción con el cuerpo, y no en la cabeza, como suele ser habitual en otros modelos.
Díganme: ¿acaso no es como para perder la cabeza...?

El cuerpo. En “sonic blue” (¿azul sónico?, azul suave). La aplicación del color es “gloss poly”; esto significa que se mantendrá sin variaciones y no envejecerá como en los acabados en “nitrocelulosa” (lo que hace, por ejemplo, que los artic white -blanco puro, ártico- de los 60 y 70 sean hoy vintage white -blanco amarilleado-). Los puristas prefieren que la guitarra madure con la edad, y que la madera respire, por lo que estos acabados plásticos no son los más populares entre los entendidos. En este caso algunos insisten en que, de todas formas, el acabado ha sido más suave que el estándar “poly”. El tiempo lo dirá. Respecto a la comodidad del cuerpo, grata sorpresa. No esperaba diferencias notables respecto a otras stratos, pero sí, las hay. Muy cómoda (será que es de mi talla…).
Hardware. Además de los afinadores vintage Ping, dos puntos fundamentales para separar a esta guitarra elevándola por encima incluso de algunas de precio superior: puente y pastillas. Puente custom shop de dos puntos con selletas vintage, aguanta los tirones de palanca de forma increíble para un puente de sus carácterísticas (es la primera vez que se monta fuera de Custom Shop). Pastillas Custom Shop 69, cableado y sonido vintage 100%, datadas y firmadas AY por Abigail Ybarra, luthier de la CS. Siempre he sido más de humbucker, incluso de humbucker en formato single de gran salida, pero estas 69… ¡guau! En limpio: Frusciante, al crunch súmele tubescreamer y wah y Hendrix aúlla. Fieles a la época en la que se inspiran, carecen de cancelación de ruido, por lo que producen un leve “hum”, un pequeño precio por su tremenda fidelidad sónica a una época.
Estoy enamorado…

viernes, 7 de septiembre de 2007

El tiempo de Plácido Meana.

Imagen: Las instituciones tirándose el rollo...

Con guión y dirección de Kike Narcea y producido por Pataleta y Artquimia -¡salud! Tomás y Gerard-, esta aventura se inicia para mí hace tan sólo tres semanas, cuando recibo la apurada llamada de Kike. Imagino ha fallado un actor, pero ese no es el tema, así que no pregunto. Me comenta que le ha pasado mi teléfono Xose –amigo y prota de la cinta- y que si me apunto empezamos el finde próximo. !!!.
Esto era un viernes, el sábado quedamos con más calma en el Comercial de Bilbao -¡dónde si no!-. A la cita acude también Miguel, actor y co-lanzadera del proyecto. Y ahí vamos. Me confirman lunes, martes a más tardar.
Miércoles: cuando ya pensaba que el retraso en la llamada indicaba un “de momento no empezamos”, resulta que “este viernes no, el siguiente”. ¡Y yo no he leído aún el guión!
Ya en Ferrol comenzamos, y todo muy bien, la verdad. Buena intendencia. Buen guión. Buen ambiente. Así que las cosas salen.
Tras cinco días de trabajo intenso, nos despedimos hasta octubre, momento en el que se prevé retomemos el trabajo en Madrid.
Seguiremos informando.

viernes, 29 de junio de 2007

End of All + Black Panda.

La noche de San Juan se presentaba peleona, y los preliminares debían estar a la altura. La cita era a las 20 horas, horario desacostumbrado para estos eventos juveniles, aunque a la postre acabaría resultando sumamente reconfortante llegar al techo paterno a compartir una cena familiar con el corazón y el intelecto saciados de furia punkcore.


Black Panda, los Motorhead de Labañou.

End of All, desde Suecia con hardcore.

Abrieron Black Panda, los Motorhead de Labañou, según palabras del organizador local de la velada, el siempre locuaz e inquieto Villakampa. Punkrock furioso de tintes speed y braserío metálico, con dos voces grind chillonas y ululantes que intercambiaban fugaces exabruptos apasionados. Muy buenos, sí, señor. Vinilo extendido con sello valenciano, gran sonido y buena ejecución. Efectividad y firmeza. Lemmy estaría orgulloso.
End of All llegaban de Suecia y pasaron su apisonadora de gran tonelaje por encima por debajo y a través de los presentes. Hard core. Y punto. Metálico, agresivo, oscuro, intenso.
Gran noche.


El Villakampa rules.

La noche se mueve.

miércoles, 20 de junio de 2007

Familia Crowley presenta...

Este es el pistoletazo de salida de los cuatro sketches que nos presentan estos enfermizos comediantes bajo el epígrafe global de “Me casé con un vampiro”. Cutro situaciones extraídas de la vida cotidiana de un inmortal portador del kaborka y su sufrida esposa, una mortal que acepta el reto marital con el monstruo a cambio de una vida plagada de aventuras, aunque terminará descubriendo que aventuras, las justas, y no del calibre o con el final deseado. Pues eso...

Desternillante y punzante por igual, los mejores momentos son, como casi siempre con los textos del Señor López, aquellos de brutalidad suprema, de irrespetuoso bufoneo sin excepciones ni moderaciones. Funcionan a la perfección las coreografías físicas y los slapsticks repetitivos que dotan de identidad a los personajes, un trabajo de actores excelente –ambos están enormes-, y unos números musicales impagables. Sí, son amigos, pero han hecho un gran trabajo. ¡Noraboa, rapaces!

martes, 19 de junio de 2007

Recorte de prensa: Estados Unidos y sus decisiones judiciales.

Inquietante recorte extraído de yahoo noticias. Creo sobra cualquier comentario. Aquí va:
WASHINGTON (AFP) - Para luchar contra el crimen, políticos locales y nacionales compiten en proponer mano dura, multiplicando las penas mínimas en casos de narcotráfico, agresión a niños, reincidencia o amenaza a las buenas costumbres, incluso corriendo el riesgo de caer en sonoros excesos.
El 11 de junio, el matrimonio formado Elisa Kelly y George Robinson comenzaron a purgar en una prisión del Estado de Virginia la pena de dos años y tres meses de cárcel por haber servido cerveza y vino durante el cumpleaños de su hijo Ryan, de 16 años.
Temiendo que los jóvenes bebieran a escondidas, prefirieron comprar ellos mismos las bebidas y supervisar la fiesta. La policía intervino. A los 16 años, en Virginia se puede conducir, votar y comprar un arma; a los 18, alistarse en el Ejército. Pero no beber alcohol antes de los 21 años.
En el sureño Estado de Georgia, el joven de 21 años Genarlow Wilson cumple desde 2005 una pena de diez años de cárcel por agresión sexual infantil. Cuando tenía 17, aceptó que una compañera de instituto de 15 le hiciera una felación durante una animada fiesta. Un juez ordenó su liberación el pasado día 11, pero el fiscal apeló: en Georgia, diez años de cárcel es la pena mínima para este tipo de agresiones.
Existe una excepción, llamada de 'Romeo y Julieta', si las relaciones entre adolescentes son consentidas... pero la felación no está incluida. El Tribunal Supremo de Georgia estudiará el caso en octubre próximo. Las penas mínimas también afectan a los narcotraficantes, sin importar las circunstancias: en Florida, Richard Paey, en silla de ruedas tras un accidente de tráfico, fue condenado a 25 años de prisión en 2004 por haber falsificado las órdenes médicas para comprar los calmantes que su doctor le había recetado.
Aunque en la cárcel, gracias a una bomba de morfina perfectamente legal, Paey recibe dosis de calmantes mayores por las que fue condenado, le confirmaron la pena el pasado diciembre. En los años 90, varios Estados llenaron sus prisiones con leyes tituladas 'Tres strikes y eliminado', inspiradas en las reglas del béisbol y que fijan fuertes penas para los reincidentes.
En noviembre de 1995, en California, Leandro Andrade robó videocasetes para sus hijos ('Blancanieves', 'Cenicienta' y 'Liberad a Willy') por un valor total de 150 dólares. Como ya había sido condenado por varios robos en 1983, recibió 50 años de cárcel.
El Tribunal Supremo de EEUU reafirmó la condena en 2003, considerando que la pena no era excesiva. Al año siguiente, los californianos rechazaron en referéndum una propuesta de que las leyes de los 'Tres strikes' sólo se apliquen en delitos con violencia. Los últimos datos del Departamento de Justicia de EEUU indican que había 2,19 millones de detenidos en todo el país a finales de 2005, lo que equivale a uno de cada 136 habitantes.

viernes, 8 de junio de 2007

Hippies del XXI.


La antigua Arena –ahora propiedad de un importante grupo fermentador de cebada- acoge el segundo advenimiento de Standstill a Madrid del 2007, y estamos en junio. La sala está llena, y es ésta una sala grande -¿600...?-. Por comentario posterior del vocalista entiendo ha habido teloneros, aunque parece que pocos se han enterado. Yo estoy ya mayor, e intento acudir a este tipo de eventos justo en tiempo de que los cabezas del cartel asomen la susodicha.
Hay un antes y un después claramente delimitados en la trayectoria de la banda barcelonesa: el antes en inglés, en emo-post-algo, prescindible para mí, ya que desde El Paso –Texas- nos llegaban los estertores de los originales –the real thing, que dirían los gringos-; y un después maravilloso que arrancó con el paso de un gigante valiente que se lanza en busca de su propia voz, de su propia identidad, pasando al castellano, lo que hace que empiecen a escribir. El setlist y la respuesta del público indica:
a) la banda lo tiene claro, basa el grueso de su recital –esto es, todas las canciones previas al bis- en sus dos últimos discos, en el ahora
b) esta es la etapa que la gente ha venido a escuchar, en especial esa obra maestra que es “Vivalaguerra”, canto magno del pop psicodélico atemporal a la pet sounds, por decir algo, por ubicar de alguna manera algo que de personal y propio es ya insustituible e incomparable –¡toma!-
Las barbas, los pelos, las maneras... Lástima de sonido. ¿Por qué en una sala como esta no se puede sonar bien? La banda está a la altura, mucho tiempo para llegar aquí, y se nota que saben lo que se traen entre manos.
En el bis, una breve tregua para reconciliarse con tiempos pasados que no volverán, pero se reservan otro as en castellano para el final. Insisto, saben lo que se traen entre manos.
Standstill van camino de grandes. Veremos qué pasa cuando publiquen nuevo disco. Al tiempo.

Casting.

Ilusiones y desilusiones, esperanzas y desesperanzas, todo y nada, en quince minutos escasos.
En esta ocasión es de teatro. Musical. Comedia. Una compañía potente.
El ganado pasa en grupos de a diez, pero siempre falta gente, así que al final los grupos son de siete, o seis, o según. Cada media hora. No, espere, usted va con el siguiente grupo, tenga su número, pégueselo en un lugar visible. El ganado. La gente es variada, las personas que componen la gente, digo. Algunos tararean, algunas explican azoradas que vienen de esta guisa porque no han podido pasar por casa tras el trabajo. Yo, como siempre, no hablo; quizá, como en ocasiones, se malinterprete, de la misma forma que yo malinterpreto comportamientos y actitudes ajenas.
Entramos, unas cosillas –apenas dos- en grupo, para “distender”, y luego, de uno en uno, por orden. Como ganado. Y ya. De este grupo nadie se queda. Pues vale.
Y ahora uno debe salir y seguir con su vida.

miércoles, 23 de mayo de 2007

Cortometrajes.

La batalla de Midway.
Cortometraje en vídeo, rodado en dos jornadas livianas para lo acostumbrado, en las que el plan de rodaje se cumplió sin apenas retrasos. Tres horas de brutos para lo que en montaje no superará los quince minutos. Sin florituras. Un poco de aquí te pillo aquí te mato, cámara en mano, sin iluminar. Sonido, sí. Cuatro personajes en lo que los críticos llamarían una historia de actores. Escenas a dos, doce en total. Un final que no es final. Sin música.
En el momento de escribir estas líneas faltan dos secuencias por montar –es lo que tiene el trabajo del aficionado, a veces las obligaciones pesan y los compromisos asfixian-. De todos modos, el optimismo quizá pueril de sus artífices hace que confíen en tenerlo para antes del verano (entendamos aquí 1 de julio, por aquello del fin de curso).
Seguiremos informando.
La batalla de Midway: amanece en Tierno Galván; sonido e imagen a debate; breaking the law en la Plaza de los Cubos.

La última función.
Cortometraje en 35 milímetros –cosa seria, oiga-, dirigido por Daniel Ramírez. Historia visual de ritmo lento, pausado. De los preparativos de los actores ante la función. De sus cosas. Tratado con mimo, el mismo con el que el equipo trata a la cámara y revisa ese pelo que todos esperan no aparezca. Llevará música original. Estoy deseando verlo, Daniel. Un saludo.

"La última función".

Esto no es un western.
Lo nuevo de Sergio Catá, fotografía Ignacio Giménez-Rico. Betacam digital. Fin de semana intenso, tres días de catorce horas –de trabajo, se entiende-. En Guadarrama el tiempo pasa bonito. Y comer en el bar del polígono. Y volver a Madrid a las mil. Pero todo está muy bien, y yo contento de que me hayan invitado. Lo veremos en septiembre. Qué bien.
"Esto no es un western": en proceso; la cuarta dimensión; maricupidas.

jueves, 10 de mayo de 2007

Nam June Paik

A veces uno consigue vencer sus ocupaciones y su pereza y se ve inmerso de pronto en mundos inesperados, más aquí, en la esquina de Gran Vía con Fuencarral, la primera repleta de grandes superficies populacheras, la segunda de exclusivas minitiendas de tendencia. Y como anfitriona, esa gran compañía de las telecomunicaciones. Sí, esa. Perdón, denme un segundo. Quizá sí sea éste el enclave ideal.
Tras pasar por el detector de metales, elemento imprescindible del modus vivendi contemporáneo –no puedo evitar pensar: “¿Cómo irá esto? ¿con radiación? ¿campo magnético? Sea lo que sea, seguro que no es saludable.”- una señorita me pide desganada mi código postal. Toma ya. Aderezan la visita una multitud de guardias de seguridad, hembras y machos. ¿Qué pensarán de este coreano loco?
Pero vamos al tema. Nam June Paik ha debido ser feliz, da la impresión de que al menos en momentos, ha hecho lo que le ha dado la real gana, y eso está muy bien.
Me flipan sus robots, alguno ronda los tres metros, otros van a caballo, construídos a base de radios y televisores vintage –el término no es mío, figura en las fichas de las obras-, de esos tan hermosos de armarito, de cuando la tele era una cosa que daba pudor y uno la tenía resguardada tras una portezuela. Qué tiempos.
Las piezas se completan con elementos de cable y metal, hasta un buzón enorme del U.S. Mail.
También hay pintura, y láminas de texturas en forma de pantalla de tv retro.
Y composiciones con multitud de monitores que alternan videoclips ochenteros con ritos tradicionales y con simple azar.
Me gusta cómo firma las piezas, ¡sin medida!
Y los robots bombilla.
Y el abuelo y la abuela.
Y la foto de familia sin mentiras.
Y el caballo que tira del carro.
Y una cabeza de vaca.
Y un periódico alemán.
En un aparte, algunas de sus primeras obras, que reflexionan sobre la contemplación y el budismo. Y un caminito que él ha trazado con su frente en el suelo. Cosas de los artistas.

Imágenes: TV Buddah; Varios; Museo Nam June Paik, a inaugurar en 2008 en la provincia coreana de Gyeonggi.
Me encanta también su dolmen, construído con un porrón de televisores que emiten imágenes de la agrupación monumental coreana en la que está inspirado, así como geometrías y figuras de colores, todas en danza constante. Quizá sea por el de Dombate. Cosa atávica, oiga.
Me río mucho con su tortuga, enorme también. Me enfrasco en sus bocetos en servilletas, manteles, hojas pautadas.
También hay vídeo, pero no llego a tiempo, y una performance chamánica en honor a un amigo muerto.
Qué más puede uno pedir si no ha tenido ni que pagar la entrada.

Imagen: la abuela y el abuelo.

martes, 8 de mayo de 2007

Cult of luna.

¿Qué le echan al agua en Suecia? ¿cuál es el aditivo mágico que hace que sus bandas resulten tan arrebatadoramente atractivas, tan naturales?
Afortunadamente, el culto a la luna se celebraba esta vez en la sala Copérnico, para mí, una de las mejores de la capital del estado. Teloneaban Adrift, madrileños: gran equipo, sonido tremebundo, último tema con empaque sufieciente como para dejarnos correctamente situados en el centro del cauce que arrollaría minutos después el glaciar sueco con su paso lento, poderoso, inexorable, arañando las entrañas del valle, arrastrándonos con él en su viaje.
Un set perfectamente equilibrado, si bien al comienzo uno no puede evitar pensar en lo lastimoso de no haber dispuesto algún preparativo lisérgico, los cabrones convencen, pasando del susurro al grito desgarrado, como uno solo. Banda generosa, tres guitarras que se cruzan sin dar una voz más alta que otra, dejando espacios, trazando motivos que de simples resultan hirientes, con el teclista lanzándose contra las paredes en comunión perfecta con el guitarra de la tele -¿qué se habrán tomado estos dos?- para luego hacernos temer por su integridad de lo cerca que está de abrirse la frente contra sus cacharros con cada tumbada espasmódica de su torso en noventa grados con sus extremidades inferiores.
Cincuenta y cinco minutos estupendos, se quedan sosteniendo el momento el guitarra de las les paul y el ¿teclas? –no recuerdo-, el resto se retiran un instante a cumplir con algún exótico ritual escandinavo del que vuelven tirando del moco y nos obsequian veinte minutos finales increíbles que hacen que lo pagado a la entrada resulte ridículo al lado de lo que hemos recibido.
Luego una camiseta de manos del guitarra de la tele y pa casa, más contento que yo que sé qué, en lo que parecía un lunes insalvable.
Para curiosos: faltaba el cantante, pero el guitarra de las les paul cumplió con creces, qué garganta. Grande, muchachos, grande.