viernes, 8 de junio de 2007

Hippies del XXI.


La antigua Arena –ahora propiedad de un importante grupo fermentador de cebada- acoge el segundo advenimiento de Standstill a Madrid del 2007, y estamos en junio. La sala está llena, y es ésta una sala grande -¿600...?-. Por comentario posterior del vocalista entiendo ha habido teloneros, aunque parece que pocos se han enterado. Yo estoy ya mayor, e intento acudir a este tipo de eventos justo en tiempo de que los cabezas del cartel asomen la susodicha.
Hay un antes y un después claramente delimitados en la trayectoria de la banda barcelonesa: el antes en inglés, en emo-post-algo, prescindible para mí, ya que desde El Paso –Texas- nos llegaban los estertores de los originales –the real thing, que dirían los gringos-; y un después maravilloso que arrancó con el paso de un gigante valiente que se lanza en busca de su propia voz, de su propia identidad, pasando al castellano, lo que hace que empiecen a escribir. El setlist y la respuesta del público indica:
a) la banda lo tiene claro, basa el grueso de su recital –esto es, todas las canciones previas al bis- en sus dos últimos discos, en el ahora
b) esta es la etapa que la gente ha venido a escuchar, en especial esa obra maestra que es “Vivalaguerra”, canto magno del pop psicodélico atemporal a la pet sounds, por decir algo, por ubicar de alguna manera algo que de personal y propio es ya insustituible e incomparable –¡toma!-
Las barbas, los pelos, las maneras... Lástima de sonido. ¿Por qué en una sala como esta no se puede sonar bien? La banda está a la altura, mucho tiempo para llegar aquí, y se nota que saben lo que se traen entre manos.
En el bis, una breve tregua para reconciliarse con tiempos pasados que no volverán, pero se reservan otro as en castellano para el final. Insisto, saben lo que se traen entre manos.
Standstill van camino de grandes. Veremos qué pasa cuando publiquen nuevo disco. Al tiempo.

2 comentarios:

Marcos dijo...

De lástima de sonido nada, lo q pasa es que te quedaste atrás entre la muchedumbre que tapaba tus orejas. Yo que estuve en primera fila de escalón, sin nadie q se interpusiera entre mis órganos auditivos y las cajas sonoras, pude comprobar cómo se escuchaba claramente hasta los más pequeños arreglos de piano o del dj. Si bien es cierto que el técnico sonoril tuvo sus resquemores encontrando el sitio exacto para la voz, pero creo q se solucionó a mitad de concierto, si no antes. Debo apuntar que es el concierto con mejor sonido que he presenciado en dicha temida sala. Esperemos por nuestro bien q este técnico quede ahí para los restos, o no vuelva a ser utilizada excepto para conciertos de reggaetton, donde el sonido no es esencial, y si el perreo (parte loable de esta corriente infrahumana...)

brandonmarlo dijo...

¡Insisto! Si ha uno de buscar una localización específica para disfrutar de una escucha adecuada, estamos ante una sala de acústica deficitaria. Otro cantar es que -como bien recordaron algunos y algunas a sus espaldas- su talle le permita evitar interferencias y que, por deformación profesional, disfrute usted con las frecuencias más graves. ¡Brindo por ese perreo!